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Circulando con las luces bajas encendidas

Las recientes modificaciones introducidas en las legislaciones de tránsito, referidas a la obligatoriedad de circular con las luces bajas encendidas en forma permanente, resultan ser un intento más por disminuir el alto número de muertos por accidentes de tránsito (8780 muertos en el año 2000).

La utilización de luces bajas intenta lograr una identificación más efectiva para los vehículos en circulación, y en función de ello adecuar las maniobras de los conductores. Es decir, por ejemplo, cuanto antes observe la presencia de un vehículo en una ruta de dos carriles sin separación central, mejor podré calcular, una maniobra de sobrepaso.

Ahora bien, un conductor con visión normal, con una formación vial que le permita tomar decisiones correctas, que conduzca un vehículo sin deficiencias técnicas, y circule a la velocidad establecida (señalizada), puede realizar la maniobra descripta dentro de límites aceptables de seguridad. Lo que sucede en Argentina es que este tipo de conductores lamentablemente no constituyen la mayoría.

Nuestra vista es muy buena, a pesar que la exigimos para circular a velocidades a las que no fue creado el hombre. Es así que de día, si sobre la ruta encontramos un caballo (que obviamente no tiene luces) y circulamos a la velocidad máxima permitida para la zona, podremos apreciar el riesgo y efectuar la maniobra que consideremos oportuna (frenar, esquivar, etc.).

Sin perjuicio de ello, el hecho de mantener encendidas las luces bajas durante el día, requiere que tengamos especial atención en la regulación de los faros, así como también resultará importante la limpieza y mantenimiento de las ópticas y por último, no nos deberá significar una «falsa» sensación de seguridad, que nos permita realizar maniobras riesgosas, amparados en el hecho de deducir que el otro conductor «seguramente» nos está viendo.

Fuente: Instituto de Seguridad y Educación Vial – ISEV

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